DÃa del MÃĐdico
Estimados Colegas, Amigos, quiero hoy saludarlos en su dÃa, Nuestro dÃa; levantar una copa y en ese brindis depositar las esperanzas de poder seguir creciendo y soÃąando con una InstituciÃģn en donde podamos ser mejores profesionales, pero por sobre todo mejores Personas, comprometidos con aquellos sueÃąos que nos trajeron hasta acÃĄ.
Terminamos un aÃąo cargado de emociones, ansiedades, miedos, incertidumbre; sentimientos negativos que hemos doblegado con esfuerzo, sacrificio, temple y una cuota de gestiÃģn para el crecimiento.
Quiero tambiÃĐn a travÃĐs de este mensaje darles la seguridad de que este camino sigue haciÃĐndose al caminar, parafraseando a Serrat, con bases sÃģlidas, sustentados en nuestros valores y poniendo como eje fundamental el cuidado de nuestro principal capital, el Capital Humano, dentro de los cuales se encuentran Ustedes.
Quiero compartir nuevamente algo que ya compartà en alguna oportunidad con Ustedes, del Dr. Antonio Armando Lara, y que expresa el sentimiento que me llevo a elegir esta profesiÃģn.
Ser MÃĐdico es FÃĄcil
Me pides muchacho aclare tus dudas que como fantasmas, te acosan y apuran.
Seguro que esperas respuestas maduras que alumbren a giorno tus sombras oscuras.
SÃĐ bien lo que quieres y ansÃo ayudarte, porque esas dudas remozan mi sangre
ya que fueron mÃas al reciÃĐn graduarme, algo, poco o mucho, tengo que brindarte.
La ruta es muy larga, casi inalcanzable, es siempre exigencia, permanente darse,
pensar en los otros, comprender, amarles, sentir sus dolores, sufrir en su carne.
Ser timÃģn y guÃa en cada percance: responsable pleno de sus desenlaces.
Ser hermano, amigo, confesor o padre, tumba de secretos que jamÃĄs violares.
Calmante de angustias, dolores o hambre, curioso obsesivo que explora incesante
el cuerpo, la psiquis, el mundo o el aire, sin renunciar nunca a beneficiarles.
Que el fin del balance no pueda acusarte, que tu meta sea siempre un semejante:
sin nombre, sin cara, al que te entregaste con toda tu ciencia, tu atenciÃģn y tu arte.
Recibir por pago lo que no soÃąaste: los ojos llorosos de una pobre madre
que rogando al cielo pretende expresarse, y lÃĄgrimas sÃģlo tienen para darte.
Ya ves mi muchacho, no te me acobardes, vocaciÃģn ya tienes, completa el bagaje,
junta valentÃa, honradez, coraje, y verÃĄs entonces: ser mÃĐdico…es fÃĄcil.
Les doy un caluroso abrazo y muchas felicidades.
Dr Rodrigo Rabuffetti.